Bienes históricos y artísticos

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  • San Roque

    Imagen de bulto redondo de San Roque, titular del retablo de su nombre. Adopta la característica imagen de peregrino que, en ocasiones, le ha hecho confundirse con Santiago Apóstol. Viste larga túnica marrón ceñida a la cintura y manto con esclavina sobre los hombros. En ella se tallaron una pareja de conchas de peregrino. Luce barba y cabello largo, y se toca con sombrero de ala. En su mano izquierda porta un cayado con la recurrente calabaza o cantimplora, mientras con la izquierda se recoge las vestiduras dejando ver su llagas sobre la pierna izquierda. Este es un detalle distintivo del santo, como también resulta la presencia de un perro que acerca a lamerle sus heridas. Es talla barroca, de abundantes y duros plegados y rostro hierático con ojos de pasta vítrea.
  • Retablo de San Roque

    Retablo barroco formado por un único cuerpo y ático bien desarrollado. Todo el conjunto se alza se sobre desarrollado y movido basamento. Su cuerpo se organiza mediante pilastras cajeadas y columnas salomónicas para flanquear la hornacina central. En esta y bajo un extraño remate de carácter más bien rococó, se dispone el santo titular. Tiene forma de arco de medio punto y pilastras sustentantes lisas. Por su parte, el ático adquiere un carácter similar, muy movido y con pilastrones repletos de colgantes de frutas y otros ornatos barroquizantes. En el centro, bajo una tarja vegetal se dispone un alto relieve con los Desposorios de la Virgen y San José. Su coronamiento adquiere forma de arco muy deprimido. Todo el conjunto se policromó en los habituales tonos de la época, rojos, verdosos y azules, con una sobreabundancia de dorados para los motivos ornamentales. Llama la atención el aspecto de los guardapolvos o pulseras del cuerpo inferior, gemelos a los del retablo de San Antonio de Padua.
  • Peana de San Juan Bautista

    Peana de movidos perfiles y bordes modurados tanto en su parte superior como en la inferior. Tan sólo muestra decoración de talla en sus frentes, a base de composiciones de motivos geométricos, fundamentalmente rectángulos y óvalos. Conserva parte de su policromía marrón y dorada.
  • San Juan Bautista

    Escultura de bulto redondo del Precursor. Se nos presenta en su habitual representación de santo anacoreta, vestido con una piel de camello que le cubre parcialmente el torso, aderezada aquí con un ampuloso manto que cae desde su hombro izquierdo por detrás del cuerpo y se sujeta en una plástica brazada sobre el brazo izquierdo. La imagen adopta una pronunciada curvatura y un marcado contrapposto. Esta disposición se contrarresta con la colocación de un tronco de árbol sobre el que se poya el codo izquierdo de la figura y el libro con el Agnus Dei. Dirige la mirada a la alturas y lleva su mano diestra al pecho como aceptado la voluntad divina. Su rostro está dotado de una cierta elegancia, con barba y melena larga y ondulada, pese a que su rostro resulta un tanto inexpresivo, como suele ser habitual en la mayor parte de los maestros romanistas. Lamentablemente se encuentra bastante maltrecha, repintado y con algunas pérdidas volumétricas. Se ha pensado que esta no fuera su primitiva ubicación, dado el coro de ángeles que aparecen a la altura de su cabeza y que encajarían mejor con una imagen mariana.
  • Retablo de San Juan Bautista

    Retablo contrarreformista de clara influencia romanista. Se compone de un único cuerpo con encasamiento central de forma rectangular y dos parejas de columnas entorchadas y capiteles corintios en los extremos. Como otros de los retablos del templo parece acusar ciertas modificaciones pues carece de banco o basamento y las ménsulas sustentantes y la caja apoyan inusualmente sobre la mesa de altar. La hornacina, además, carece de cerramiento inferior, por lo que los ornatos geométricos de su marco (dentellones y gallones) aparecen sólo en tres de sus lados. Está habitada por una imagen de San Juan Bautista. El retablo carece de ático o remate, pues queda excesivamente ajustado en su actual arco de fábrica. No obstante, mantiene su entablamento, con friso de exornos vegetales y cornisa volada, muy cercanos a los vistos en el retablo del Sagrado Corazón. Este detalle resulta apreciable también en su común policromía.
  • Sagrario del retablo del Sagrado Corazón

    En el centro del basamento del retablo se abrió, aparentemente con posterioridad, un pequeño sagrario con bisagras y cerraja propia. Coindice en su forma y tamaño con el jarrón o florero que centra la composición de su tablero. Todo ello va policromado y escasa presencia de dorados.
  • Casetón del retablo del Sagrado Corazón

    La rosca del arco que configura la hornacina del retablo del Sagrado Corazón está articulada de arriba a abajo a base de casetones cuadrangulares con un florón en su centro. Uno de ellos se ha desprendido y se encuentra acopiado junto a la imagen titular a la espera de ser recolocado. Su policromía coincide con la del resto del conjunto, combinando los dorados con las tonalidades blancas, rosáceas y verdosas de los motivos vegetales.
  • Retablo del Sagrado Corazón

    Pequeño retablo tetrástico compuesto de un único cuerpo flanqueado arriba y abajo por mínimos basamentos y remate. Cuatro columnas de orden compuesto y fustes entorchados con tercio inferior destacado, jalonan la hornacina central, hoy ocupada por una imagen moderna del Sagrado Corazón. La hornacina es sencilla, en forma de arco de medio punto sobre pilastras con motivos de talla de carácter geométrico, salvo en las enjutas que porta sendos florones. Por su parte, el banco se limita a la parte central, pues los laterales están ocupados por las ménsulas que sustentan las ya referidas columnas. Es parte, aparentemente alterada en época posterior contiene un tablero con rameados vegetales y en centro un jarrón con flores, símbolo mariano por antonomasia y que se ha recortado para acoger un pequeño sagrario. Por último el remate se antecede de un desarrollado arquitrabe, con friso de ornatos vegetales y cornisa volada con detellones y otros motivos de talla. Sobre él, va un frontón curvo muy corto que repite los exornos de la cornisa, pero que en su centro acoge una gran tarja de hojas carnosas. Si se exceptúa el colorido aplicado en todos los motivos fitomorfos, el resto se muestra completamente dorado.